POR: CARLOS FLORES BORJA
La palabra “viejo” pronunciada sin cariño, suena a
desprecio, a marginación, a exclusión. Y eso es lo que escuchamos diariamente,
sobre todo a los jóvenes, que creen que
la juventud les va a durar toda la vida. En lugar de comprender a quienes
pueden ser sus padres o sus abuelos y de aprender a envejecer con dignidad,
desprecian a los viejos y lo expresan de diferentes maneras.
¿Habrían estos jóvenes, de haber vivido en los años de
la nefasta Guerra del Pacífico, haberle gritado “viejo” con desprecio al
Coronel Francisco Bolognesi?. Porque era viejo cuando se convirtió en héroe. ¿Habrían
denostado, años más tarde, a nuestro gran Manuel González Prada, que era un
viejo cuando clamaba levantarse de la postración en que nos dejó la derrota con
Chile?. O por último, le habrían dicho viejo con desprecio a nuestro tradicionalista
Ricardo Palma, porque era un viejo cuando comenzó la gran tarea de recuperar
nuestra Biblioteca Nacional, saqueada por los invasores chilenos?
Ya lo dije, amigos jóvenes y adultos, la juventud no
dura toda la vida. Aprendamos a respetar a nuestros viejitos y viejitas, porque
gracias a ellos existimos. Y reconozcámosles los derechos que ellos tienen. No
es posible que hoy veamos a esos ancianos, adultos mayores o de la tercera
edad, arrinconados en sus casas, marginados, muchos de ellos abandonados por sus
hijos. Démosles un espacio en la sociedad, que nos enseñen lo que saben.
En Bagua Grande, solo en la ciudad, cerca de 800 adultos
mayores de 65 años reciben 250 soles cada dos meses por PENSIÓN 65. En ellos el
Gobierno viene invirtiendo 200 mil soles en sus pensiones, que siquiera les
alcanza para mitigar un poco su pobreza. Aún falta incorporar a muchos más. Luchemos
por eso, porque la justicia social y la inclusión lleguen a nuestros viejitos y
viejitas.
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